jueves, 24 de mayo de 2012

Ya no es más un desaparecido

 Por Ailín Bullentini

Años después de conocer su verdadera identidad, Victoria Montenegro prestó su dedo índice para que le extrajeran una gotita de sangre. Esa gotita fue “lo único voluntario en lo que atañe a la búsqueda de mi verdadera identidad”, recordó ayer la mujer a la que le “costó demasiado esfuerzo” aceptar la falsedad de aquel “María Sol”, el nombre con que su apropiador, Herman Tetzlaff, la había criado. Esa gotita permitió arrancar a su papá de las sombras de la definición de “desaparecido”. “Me abrazo al milagro de que mi papá haya aparecido cuando el Estado terrorista hizo todo lo posible para que nunca jamás apareciera.”

–El proceso que atravesaste para aceptar tu verdadera identidad fue duro. ¿Ahora se abre otro similar?

–Yo no quería descubrir mi identidad. A mi papá lo busqué. Se abre una etapa difícil, porque es difícil entender por lo que tuvo que pasar y cuesta aceptar que efectivamente está muerto. Hasta que apareció lo esperábamos vivo, más allá de que sabíamos la suerte que había corrido. Para mí, los vuelos de la muerte no eran una opción sobre el destino de mi papá, pero que apareciera en las costas de Uruguay me obligó a rearmar todo lo que había reconstruido sobre su final.

–¿Cuál es el siguiente paso?

–Resta investigar dónde estuvo detenido e intentar que ese camino nos lleve a mi mamá. Es necesario quedarse con lo que suma. Ya no es más un desaparecido, recuperó su identidad y le prepararemos un lugar en donde llorarlo y donde recargarnos de su energía.
 

“Es durísimo cerrar la búsqueda”

Para Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, la recuperación de los restos del padre de la nieta recuperada Victoria Montenegro es “un paso más en el avance hacia la verdad completa”.

–¿Qué se logra con la identificación de los restos de Roque Montenegro?

–Es un paso más en la lucha porque la gente que aún descree empiece a creer que las desapariciones, las apropiaciones, las muertes durante la dictadura existieron y que ellos mismos son parte de esta historia, que pueden escribir las páginas de lo que aún no se dijo. Por eso es tan importante que quienes tienen familiares desaparecidos se acerquen a donar sus muestras para encontrarlos, que los jóvenes que dudan de su identidad se acerquen a consultarnos.

–¿Por qué considera que es tan difícil dar ese paso?

–Es durísimo, porque es cerrar la búsqueda encarada con la esperanza de encontrar vivo a quien falta. Chocar con la realidad de sus restos, de sus huesos, es durísimo. He visto abuelas besar huesitos porque es lo que quedaba de su hijo o hija. Pero, a la vez, es la manera que toda la humanidad tiene de cerrar el círculo de la vida. Es tan terrible decir “no vive” como tanta la fuerza que uno toma para seguir avanzando sobre quiénes, por qué, cómo y sobre la Justicia.

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